¡Todos a bordo, listos, JAZZ!
Nos encontramos en la prefectura de Sendai, en uno de esos clásicos espacios utilizados en el anime, cerca de un río, en una colina de césped por donde pasan (un poco más arriba) transeúntes y deportistas. Un saxofón suena a lo lejos y se nos presenta a Yamamoto Dai, un joven de 18 años que, como todo buen personaje de un formato shonen dice en voz alta “me convertiré en el mejor músico de jazz del mundo”.
El ingrediente principal para esta película es claramente su género dentro del mundo del anime: el shonen. Todos han escuchado las frases: “seré el rey de los piratas”, “seré el jefe de mi aldea”, “seré el mejor héroe del mundo”, “seré, seré, seré…” Como una melodía, ese verbo resuena en nuestros oídos nada más empezar el visionado.
La trama comparte muchas similitudes con animes que indagan en el mundo de las bandas musicales como K-On, Hibike! Euphonium o la más reciente Bocchi the rock. Todas ellas inician con personajes principales que se enamoran de la música, pero sobre todo, el instrumento que tocan, e inmediatamente se ponen manos a la obra con una banda, en ocasiones, torpemente creada. Por lo que esa combinación entre la torpeza de los primeros toques al instrumento y la interacción chocante pero picante entre los/las miembros/as de la banda generan un roce humano y una perspectiva más tridimensional de los personajes.
Esto mismo sucede con Blue Giant salvo por algunos toques más particulares. Su protagonista, Yamamoto ya inicia su travesía sin mostramos demasiado el preludio del trayecto. Por lo que la película permite distribuir sus enfoques y posicionarse en las figuras del baterista y el pianista, dejando en un “segundo plano” al genio de la historia.
Y es que no con ello se puede tildar de simplista a Blue Giant, pues hay algo en sus imágenes que te atrapa y te devora, sin opción de cerrar ojos ni oídos.
El jazz inunda todo lo acontecido para transmitir desde lo intangible aquello que más representa a este género musical. Pues no se trata de un sólo personaje sino de los tres, cada uno con sus propias aspiraciones, intereses y motivaciones para tocar en una banda de jazz.
La banda, a la que ya denominan al final de la película como Blue Giant, haciendo referencia al fuego de las estrellas azules, es precisamente un espejo de lo que comprendemos, como espectadores de jazz. Una música que se deja llevar, que te sorprende, que deja sus momentos en solitario para cada miembro que compone la interpretación, y que es efímero, fugaz. Una música que se pierde con los años, y que fomenta la creatividad artística de sus músicos, la improvisación y “el sentir y dejarse llevar”.
A pesar de que hay momentos en que tropieza con los clichés típicos de anime, Blue Giant se hace destacar por su formato en película y su animación explosiva y colorista. Proveniente de animadores muy conocidos por parte del director, Yuzuru Tachikawa, de trabajos anteriores como Mob Psycho. Fue una decisión que le ha aportado a la película esa frescura de las escenas épicas de los animes, colocándolo en unos momentos en los que la música se convierte en toda una expresión animada.
Aunque, por desgracia, no es oro todo lo que reluce, y la otra decisión en la animación de utilizar un 3D para los movimientos de ciertos personajes provoca en el espectador una confusión que expulsa por completo de la escena. Una lástima, ya que la animación 3D en el país nipón sigue siendo una asignatura pendiente, y aunque es muestra de la inversión económica que tiene la película a sus espaldas, no llega a funcionar. A veces, menos es más.
Al final la historia de Yamamoto y su banda “JASS” intentan transmitir un mensaje positivo sobre los sueños por cumplir en la juventud y el dejarse llevar por la pasión, por que puede que el liberarse de los nudos de la partitura te lleven a fronteras mucho más a las cuales ni te planteabas llegar.
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[…] integración de su estilo de dibujo con secuencias en 3D (ya hablábamos de ello en la crítica de Blue Giant). La película recurre en múltiples ocasiones a la animación 3D para crear planos que de otra […]