El inicio de un posible fin
Algo sucede dentro de la productora de sueños.
Peter Sohn vuelve a la dirección después de la polémica The good dinosaur, (2015), por la cual no recibió muchos alabos entre el público general, considerándose una de las más flojas del estudio. No por ello Sohn se ha desanimado, y regresa con una historia ambientada en un mundo a lo Zootropolis, (Rich Moore y Byron Howard, 2016) donde sus habitantes son los 4 elementos: tierra, agua, aire y fuego. Con un diseño en su ambientación, urbanismo y distribución muy similares a la antes mencionada y que recrea una historia de migración y readaptación con sus negativas consecuencias de marginación y prejuicio. Haciendo referencias a historias de migraciones, añadiendo, un enamoramiento y disidencias para decidir por uno mismo el rumbo que tomará su vida.
En esta batalla del querer y el deber se encuentra Ember (Leah Lewis), una chica de fuego que trata de demostrarle a su padre que está lista para llevar el negocio familiar. Sin embargo, Wade (Mamoudou Athie) un chico de agua, irrumpe en su vida como una cascada, trayendo consigo un mundo casi desconocido para Ember.
Y es que parece que los ríos de ideas son los que han llevado las riendas de esta incesante oleada de argumentos que por momentos no llegan a buen puerto.
Las constantes elipsis de guión, y las acciones que se suceden una detrás de otra sin dejar un minuto de respiración sin permitir a los personajes establecerse, producen una serie de catastróficas desdichas. Con unos personajes que vienen y van sin tener una sola función más que para ser un momento cómico infantiloide (al estilo Marvel) o para ser las bases de unas microtramas que no se sostienen.
Por otro lado, el constante intento de borrar toda idea de comportamiento racista y no inclusivo produce una especie de disconformidad e incomodidad. Escenas que, más que borrar todo rastro de duda, parecen acentuar los comentarios provenientes de una cancelación por parte del público que está viviendo la Disney desde hace unos años.
¿Por qué se ha hecho esta película con elementos y no con personajes reales? ¿Cuál es la justificación de mostrar hoy en día un romance entre dos seres tan opuestos? Es una constante que se respira en todo el filme. El hecho de que un romance tan imposible como el de Ember y Wade no sea más que un reflejo de una realidad que está muy alejada del 2023. Historias trágicas de amor como West side story (Jerome Robbins y Robert Wise, 1962) o más politizadas como Adivina quién viene a cenar (Stanley Kramer, 1967) mostraban la realidad de una sociedad que luchaba por romper las barreras sociales y de desigualdad racial y económica. Por lo tanto, ese aire de romanticismo imposible que se respira en la actual Elemental poco parece coincidir con el pensamiento moderno.
Y es aquí donde se llega a una importante y alarmante cuestión: ¿ha perdido Pixar su capacidad para tomarse en serio a su público adulto? Esas películas que tanto admirábamos del estudio por sus perspectivas adultas y complejas. Esas historias que reflexionaban con la delicada mano de un sentimiento profundas reflexiones sobre la salud mental, con la silenciosa comunicación de un robot hacia dónde se encamina el ser humano, con la disconformidad de un juguete al paso del tiempo… parecen ya de otro tiempo, lejanas en otro estudio que ya no es el mismo de hoy.
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