Sirocco y el reino de los vientos se cobija en el tropo narrativo de la fantasía, en el que dos hermanas han de enfrentarse al “encuentro de lo desconocido” y viven su propio “viaje del héroe”. Es un elemento característico de las historias de aventuras, donde tendrán que ver, adaptarse y descubrir las normas de esta tierra desconocida. Esta premisa sirve de punto de partida para la construcción del nuevo mundo, y es común tanto al universo de Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas con el elemento lisérgico; como a Paprika (2006) de Satoshi Kon y su construcción de los sueños. Sin embargo, si hay que elegir un elemento referencial por excelencia en esta obra, ese sería el dedicado a Studio Ghibli, el estudio japonés de animación por excelencia liderado por Hayao Miyazaki.
El mismo título de la película hace eco una de las primeras obras del cineasta japonés, Nausicaä del valle del viento (1984). Pero también se referencia directamente a El viaje de Chihiro (2001) con los pies de las niñas corriendo por las escaleras y los pequeños seres que lo habitan escondiéndose en sus recovecos. El vuelo en el pequeño ala delta rojo en contraste con el amplio cielo eterno puede recordar a la cinta Porco Rosso (1992); y las dos protagonistas, a las niñas de Mi vecino Totoro (1988). A pesar de la multitud de referencias que tiene la cinta, Sirocco adpota un corte más naif que las historias del estudio nipón. Su director Benôit Chieux, si bien toma prestadas muchas influencias de sus predecesores, logra formar una identidad propia a través de su narrativa evocadora.
Uno de los elementos más interesantes de la propuesta es la construcción de la duda del origen de este mundo abstracto. ¿Es parte puramente de la imaginación? ¿Un sueño de la autora? ¿Un relato? ¿ O es un limbo? La historia juega con la conexión entre realidad y ficción durante la propia trama, invitando así al espectador a no abandonar la pregunta y aceptarla. Y lo realiza a través de una bella secuencia de vuelo en la que los mundos se conectan por medio de los susurros.
A pesar de lo naif, en Sirocco los sentimientos aparecen como fuerza irrefrenable y destructiva que forma la construcción (o deconstrucción) del villano. Él se convierte en el elemento que hace que esta propuesta albergue una profundidad narrativa que termina de cerrar el círculo de la fantasía creada. Por ello, Sirocco y el reino de los vientos se erige como una película con un gran imaginario interno que logra forjar la identidad propia del creador de Tante Hilda! (2013) o Nieve y los árboles mágicos (2014). Este narrador de fábulas se adentra sin miedo a explorar nuevos mundos interesantes y arriesgados para seguir desarrollando sus historias.
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