CRÍTICA: “Scott Pilgrim da el salto” a Netflix en una nueva serie de anime

¡Scott Pilgrim da el salto… a Netflix! La plataforma de streaming ha estrenado una nueva adaptación de los populares cómics de Bryan Lee O’Malley, reconvirtiendo la historia en una serie de anime, aunque un tanto peculiar. A pesar de que ha sido animado en Japón (por el estudio Science SARU), y su opening incluye una canción en japonés, la nueva serie de Scott Pilgrim está dirigida por el español Abel Góngora, cuenta con un reparto norteamericano y está ambientada en la ciudad de Toronto, al igual que el cómic original.

UNA COMEDIA ROMÁNTICA CON ALMA DE «NEKKETSU»

Sin embargo, el anime es la adaptación más lógica de un cómic que bebe muchísimo del manga. De hecho, convierte una comedia romántica en un «nekketsu«, género habitual de mangas y animes en el que el protagonista debe enfrentarse a numerosos enemigos para cumplir su objetivo. Scott Pilgrim debe luchar contra los exs de la chica de sus sueños, Ramona Flowers, para poder salir con ella. Y esto da lugar a combates loquísimos con mucha influencia de videojuegos como Street Fighter o Monkey Island.

Es por todo ello por lo que las aventuras de Scott Pilgrim encajan muchísimo mejor con los códigos narrativos y estéticos del anime que con los del cine convencional. Aunque eso no fue en absoluto impedimento para Edgar Wright, que decidió romper los códigos del cine y realizar una brillante adaptación en live action en 2010. Scott Pilgrim contra el mundo es, objetivamente, una de las películas más molonas del universo. Su interpretación del lenguaje del cómic en la gran pantalla ha marcado el camino de posteriores producciones animadas como La Lego Película y Spiderman: Into The Spiderverse. Y también la nueva serie de Scott Pilgrim recibe gran herencia de las aportaciones de Edgar Wright, que también está presente como productor en esta nueva adaptación.

REINVENTANDO LA HISTORIA

No obstante, Scott Pilgrim da el salto no es tan fresca y rocambolesca como la película. Precisamente por adecuarse más al medio de la animación, por recorrer un camino ya abierto anteriormente y por romper reglas ya rotas. Su formato episódico conlleva también una ruptura con el ritmo desenfrenado que poseía la adaptación cinematográfica. La mayor duración de la serie se invierte en subtramas que se enredan sin razón y distraen al espectador de la cuestión principal. La película de Scott Pilgrim se exigía a sí misma no perderse por los cerros de Toronto. La serie en cambio sí se lo permite.

Aún así esta nueva propuesta tiene voluntad para atreverse a sorprender a su audiencia y reinventarse, planteando algún que otro interesante giro en el desarrollo de los acontecimientos. En esta ocasión el foco se sitúa sobre el personaje de Ramona, una Ramona mucho más cañera y que deja de ser una «chica-trofeo» como lo era su versión cinematográfica. Por el contrario, toma partido en su relación con Scott y no se limita a ser una mera espectadora en el conflicto. Pero desgraciadamente esto conlleva una reducción gigantesca de tiempo en pantalla del protagonista por derecho propio. Scott Pilgrim se convierte en alguien extremadamente pasivo en la serie que lleva su nombre en el título.

El resultado puede parecer confuso y los elementos con los que juega no se ajustan tanto al nuevo desarrollo de la historia como sí lo hacían al relato original. Se diría que es necesario haber visto la película o leído el cómic para saber en qué punto está la serie en determinados momentos y por qué suceden ciertas cosas. Scott Pilgrim da el salto está llena de aciertos y hallazgos con mucho sentido y honestidad, pero estos se amontonan en una historia que resulta mucho más enrevesada de lo que debería.

Calificación Animatic