Unos días antes de la gala de los premios Goya charlamos con Diana Acién Manzorro, directora de Todo bien. Una comedia ―o mejor dicho, tragicomedia, como a ella le gusta llamarla― que retrata con mucho humor la experiencia del confinamiento durante la pandemia de COVID de 2020. Diana se inició en el mundo del arte como escultora, pero ha cambiado el cincel por la animación digital en 3D. Eso sí, inspirada fielmente por los personajes de las películas de stop-motion con plastilina. Todo bien es su primer trabajo profesional como cineasta tras su proyecto fin de máster, y por él ya ha sido nominada al Goya a Mejor Cortometraje de Animación.
¿Es Todo bien un producto del propio confinamiento o una idea posterior, recordando esa experiencia?
La producción del cortometraje han sido 3 años, así que te puedes imaginar que sí, todo surgió durante el estado de alarma. Estábamos todos encerrados, y yo no estaba trabajando porque por aquel entonces era camarera. Tenía muchísimo tiempo libre y me llamaba bastante la atención todo lo que me iba planteando. Al final, la pandemia es una experiencia por la que todos pasamos, algo nuevo y peligroso que se nos presentó. A mí me hizo replantearme muchas cosas y una de ellas fue que todos tuvimos que adaptarnos a una nueva realidad de manera forzosa. También las respuestas que puede provocar esa adaptación. En la mayoría suelen ser miedo, ansiedad, la necesidad de salir… Todo eso fue lo que me hizo sentarme a escribir el guion. Tampoco quería responder a ese momento concreto, sino más bien relatar una experiencia. Me rondaba tanto la cabeza que necesitaba soltar esa historia.
Esos sentimientos que mencionas son muy parecidos a la experiencia por la que pasaba el protagonista de tu primer cortometraje, Echoes (2019). En él primaba una apuesta visual y narrativa por lo deprimente, angustiante, y el dramatismo…, que incluso coquetea con el surrealismo y la psicodelia. Son sensaciones por las que pasamos durante el confinamiento, pero esta vez decides abordarlo desde el humor y un estilo mucho más ligero, colorido y desenfadado. ¿Desde el principio tuviste clara esta nueva perspectiva?
Es una pregunta interesante. Al principio todo era más dramático, pero a medida que iba pasando el tiempo empezó a apetecerme incluir esos momentos cómicos. No fue premeditado, fue surgiendo de manera orgánica. La historia me iba pidiendo cosas y en el proceso de guion iba cambiando detalles, gags… Ciertas situaciones del cortometraje, como comprarse un perro como excusa para salir de casa, están sacadas de la realidad, de sucesos reales. Un hombre fue denunciado en Palencia por sacar a pasear un perro de mentira. Eso me hizo evolucionar un poco la ideam porque al final ese miedo y ansiedad a veces te hacen responder de una manera cómica, que incluso deja de tener sentido. Aunque no me gusta llamarlo comedia del todo, es más una tragicomedia. Es una comedia que se desenvuelve en un espacio trágico.
Sin embargo, sí que se cuela parte del surrealismo de Echoes en Todo bien. Concretamente la secuencia en la que el personaje de la chica fuma y tiene una ensoñación recuerda a los viajes oníricos en los que se sumergía el protagonista de tu corto anterior tras el consumo de antidepresivos. En el caso de Todo bien rompe por completo la cotidianidad del resto del corto y te sirve para explorar conceptos más alocados.
Sí, es justo lo que acabas de decir. Me llama mucho el surrealismo y de hecho estoy escribiendo ahora un nuevo corto que fliparás con lo surrealista que es. Creo que el surrealismo también está presente en nuestro día a día. Hay veces que no me acuerdo de los sueños que tengo, pero cuando me acuerdo… ¡Vaya locuras! Lo bueno de la animación es que te permite hacer cosas muy locas y chulas. Es muy bonito.
¿Tuviste alguna inspiración o referencia para el diseño de los personajes? No son lo que te esperarías en una película de animación comercial en 3D (Pixar, Dreamworks, Illumination), pero tampoco lo que esperarías en una peli de stop-motion (Aardman). ¿El corto permite mayor experimentación en cuanto a diseños?
El diseño de los personajes sí que lo tuve claro desde el principio. Bastante redondos, más graciosos y menos realistas que los habituales de la animación en 3D. Mi referente siempre ha sido Pixar, pero no quería reproducir esos cánones, sino buscar un estilo más personal. En Echoes los personajes eran más locos, con el cuello muy ancho, la cabeza con forma de haba, el cuerpo más blandito. No sé si mi siguiente corto será exactamente así, pero sí que repite un poco ese diseño de personajes.
El aspecto sonoro también tiene unas características específicas, parece que está todo en el mismo plano, sin distinción de volumen entre música y efectos de sonido. ¿Cuál fue el motivo de montarlo de esta manera?
Hablamos de conseguir un sonido que respondiese a la sensación del propio confamiento. Y para ello contamos con dos personas fantásticas, Tayeb Benadouda y Dina Pedrol, que hicieron un trabajo excepcional con el «foley» y efectos de sonido. Al igual que Carlos Mansa con la música. Yo quería que la banda sonora del corto fuese estilo jazz, que no responde a unos patrones y es un poco más loca, y también me recordaba mucho al confinamiento.
En el montaje encontramos un ritmo rápido e inlcuso agitado, que incluso podríamos decir que nos retrotrae a las películas cómicas de cine mudo, al más puro estilo de Charlie Chaplin.
Es curioso. No me lo había planteado así, pero podría decirse. Buscaba esa comedia, ese humor. Todo juega un papel importante: La dinámica de los planos, el color, los gags…
Este año casi todas las películas nominadas a Mejor Cortometraje de Animación están dirigidas por mujeres, a pesar de que la presencia femenina en la industria animada española hasta hace no hace mucho tiempo era muy reducida. ¿Aún falta camino por recorrer?
El hecho de que tenga que recordarse que hay más presencia femenina este año ya habla de una falta de naturalidad. Falta camino, por supuesto. Yo soy muy nueva en esto, este es mi primer corto a nivel profesional así que tampoco he tenido que enfrentarme a situaciones en las que me haya sentido apartada ni mucho menos. Me he visto súper natural, y muy guay. Aun así no tengo una carrera que me haya permitido tener muchísima experiencia y darme cuenta de cosas que pasan. Pero se entiende que si sorprende que haya muchas mujeres nominadas, ya es señal de que falta algo.
A ver si en posteriores ediciones ya no nos resulta tan extraño.
Exacto.
Y bueno… Tu primer corto a nivel profesional, ¡y nominada al Goya! ¿Qué se siente al haber sido ya reconocida entre lo mejor de la animación española de este año?
Ni me lo creo. Todavía me cuesta levantarme cada día y decir “¡Estoy nominada al Goya, qué fuerte!”. He tenido la oportunidad de ver la mayoría de cortometrajes nominados y hay una calidad brutal. Hay también muchísima gente con una gran trayectoria. Cuando te encuentras ahí piensas «¡Guau, esto es verdad!» Pero al final es un reconocimiento a todo el esfuerzo y el cariño. Esta es una producción en la que todo el equipo nos hemos convertido en familia, y lo celebramos con mucha fuerza. A mí me permite volar mentalmente, pensar en montar mi propia productora e incluso en hacer una película.
Entrevista realizada por videoconferencia el 29 de enero de 2024.