Cardamomo es un pequeño pueblo utópico en el que todo el mundo es amable, levantándose cada mañana con una amplia sonrisa. El sentimiento de que todo funciona a la perfección es algo que resulta muy atractivo para la audiencia más infantil, especialmente a aquella que se divierte imitando con sus juguetes la vida cotidiana de una ciudad. Tres ladrones y un león, la película que nos traslada a este pueblo, podría ser una suerte de «confort movie» para los espectadores de preescolar. Como aquella maravilla animada ochentera titulada Pat el cartero, una entrañable serie británica en stop-motion en el que toda tensión dramática se depositaba en si el simpático cartero conseguía ayudar a sus vecinos en tareas de lo más mundanas.
PELÍCULA EN STOP-MOTION RECONVERTIDA A 3D
Tres ladrones y un león también estaba inicialmente prevista para ser animada en stop-motion, pero las dificultades de la pandemia la obligaron a diseñar y animar sus personajes finalmente en 3D. Eso sí, el montaje final mantiene como decorados las maquetas originales construidas de manera artesanal, sobre las que se superponen los personajes digitales. Un trabajo realizado con gran acierto en la composición de la iluminación y las texturas. Esto le proporciona una estética diferencial y auténtica dentro de la animación 3D generada por ordenador, una identidad propia que no suele verse dentro del cine animado comercial europeo.
Dirige la orquesta el veterano director de animación noruego Rasmus A. Sivertsen (Capitán Diente de Sable y el diamante mágico, Una familia de superhéroes), adaptando el cuento ilustrado infantil de Thorbjørn Egner, a quien podríamos llamar «el Roald Dalh noruego». El relato original, Folk og røvere i Kardemomme by, es tan popular en su país de origen que ha sido convertido en una obra de teatro, un parque de atracciones y ahora, en película animada.
UN CUENTO INFANTIL CON MORALEJA
Su aspecto más positivo, muy enfocado a la primera infancia, es transmitir enseñanzas y moralejas a través de sus personajes. Aunque siempre está bien divertirse y no se puede vivir renegado como la estricta tía Sofía, tampoco es conveniente escaquearse de sus obligaciones y vivir a la bartola, como el resto del pueblo. En el equilibrio está la virtud, y si algo hace esta película a la perfección es mostrarle a los más peques esta enseñanza tan aristotélica.
Resulta especialmente divertido el contraste entre Sofía y los ladrones, y el juguetón intercambio de roles que se produce cuando esta es secuestrada, poniendo sobre la pantalla el modo de vida que a los niños les es impuesto por sus padres, repleto de normas; en contraposición a aquel que a ellos les gustaría adoptar, esa vida perfecta en la que no tienen obligaciones ni preocupaciones. Sofía convierte su secuestro en una oportunidad para poner firmes a los ladrones y lograr que tengan algo de decencia, lo que no consigue hacer con la gente del pueblo, en su mayoría bastantes laxos en cuanto a normas y obligaciones.
La película piensa siempre en los más pequeños, con diálogos fáciles de comprender y una estructura narrativa sencilla para que no se pierdan. La dirección y el montaje de la cinta también están construidos siguiendo lo máximo posible esta misma cuestión. Pero es precisamente esta sencillez la que puede hacerla resultar algo aburrida y poco estimulante para los infantes más mayores.